Flexibilidad emocional y física

Ocho meses, parece poco, pasan rápido… mucho por explicar. Menudos mesecitos de subidas y bajadas, de caer en el agujero varias veces, viéndolo, e incluso queriéndolo esquivar. Antes de seguir, permíteme dejar un poema que leí en «El libro tibetano de la vida y la muerte» (es un libro muy interesante, denso de leer).

AUTOBIOGRAFÍA EN CINCO ACTOS.

Bajo por la calle.
Hay un agujero profundo en la acera.
Me caigo dentro,
estoy perdid@… me siento impotente.
No es culpa mia.
Tardo una eternidad en salir de él.

Bajo por la misma calle.
Hay un agujero profundo en la acera:
Finjo no verlo.
Vuelvo a caer dentro.
No puedo creer que esté en el mismo lugar.
Pero no es culpa mía.
Todavía me lleva mucho tiempo salir de él.

Bajo por la misma calle.
Hay un agujero profundo en la calle.
Veo que está allí.
Caigo en él de todos modos… es un hábito.
Tengo los ojos abiertos.
Sé donde estoy.
Es culpa mía.
Salgo inmediatamente de él.

Bajo por la misma calle.
Hay un agujero profundo en la acera.
Paso por el lado.

Bajo por otra calle.

¿Qué piensas sobre estos cinco actos? Sientes algo en tu vida que tenga o haya seguido este patrón? (párate por un momento e interioriza, a ver qué sale…)

Hay tantas cosas que me encantaría compartir en este post (se haría eternamente largo) que me explota la cabeza. Personas que han entrado en mi vida, que me han devuelto la luz y amor, otras que que están y aún estoy aprendiendo a ver cuál es mi lugar con ese vínculo (qué espacio quiero que ocupe en mi vida); conversaciones incómodas que hacen tener relaciones más sanas y tomar conciencia de que otras no lo son tanto; lugares visitados donde antes no había estado y experiencias muy reveladoras.

Sigo aprendiendo, porque no se nada. Desde esta mirada es todo más fácil, para ti y para los demás. Hacía meses que me había abandonado en cierta manera, aún teniendo momentos de volver a mí, a mi esencia más pura, ha costado tomar distancia de «mi realidad» y cómo de apegada estaba a ella. Cuando vuelves a conectar(te) contigo, con lo que eres, es un momento donde las dudas y «seguridad» (sí, entre comillas, porque la seguridad es una invención de nuestra mente y sociedad) se disipan y simplemente te ves, ERES (resulta algo abstracto, me refiero a cuando no te identificas con el ego sino con tu esencia, dejas tu mente a un lado para centrarte en tu corazón).

En septiembre volví a coger el hábito de meditar, llevaba casi un año sin hacerlo, desconectada de mí. Cada persona tiene su forma particular de meditar, no es mejor una que otra. A algunxs lo hacen caminando o corriendo, otrxs en posición de loto… al final es tener ese momento o ratito para volver a ti, dejando de analizar todo lo que pasa por tu cabeza, simplemente centrándote en un punto y tu respiración. (bien, también volví porque me forcé a hacer un curso de meditación, y sin tener prisa ni normas cogí el hábito otra vez).

Con la vuelta a la práctica de meditación (20 min al día) he conseguido también reducir la rigidez emocional y física de estos meses atrás, volviéndome algo más flexible en ambas. ¿Flexibilidad emocional? Síp, esto quiere decir la capacidad que tienes de cultivar, desarrollar, fortalecer y aplicar en situaciones de cambios, sobre todo si tienen una carga emocional fuerte con la que cuesta lidiar.

Espera, concreto un poco qué quiero decir… a raíz de mi desconexión he estado sufriendo algunos episodios de ansiedad, de machaque mental… la meditación (junto con el acompañamiento terapéutico y mi entorno) me ha llevado a ser más compasiva conmigo, menos exigente, más amorosa,… al tiempo que eso se traslada de dentro hacía afuera, es decir, con las personas con las que te relacionas también te vuelves más compasiva, etc… todo esto respetando el (mi) proceso personal.

Si me has leído, sabrás que el año pasado tenía dos propósitos esenciales, hacer el Camino de Santiago y empezar una formación que me llevaría por un proceso personal increíble a todos los niveles (no lo sabía, ni lo esperaba, pero así está siendo). Ambos para seguir profundizando en mí.

Este año sólo tenia un propósito concreto, hacer un viaje por mis 40. Cuando llegó mitad de año me frustré porque quizás no lo podría realizar, estaba todo subiendo tanto que los costes no los podría afrontar. En verano se dio la oportunidad de coger unos vuelos a muy bien precio, no lo dudé! Ya dudo a la hora de tomar según qué decisiones y no me atrevo a dar el paso. Esta vez no iba a continuar lamentándome. Para cumplir tus metas, has de tomar acción.

En una semana me embarco en un viaje de poco más de dos semanas por Tailandia. Con unas ganas enormes de vivir esta experiencia, con mucha curiosidad, también con algo de respeto por lo desconocido, aunque con confianza en lo que vendrá. Ilusionada. Valiente. Convencida.

Sigo a la vuelta, con más cosas que contar.

Voy a dejar por aquí una canción que cuando la esucho me conecta con el cuerpo y la tierra. Me siento arraigada.

Sin más, un abrazo!

Belinda.

Deja tu comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.